Amor mayor

Nosotros

¿Te acordás cuando queríamos envejecer juntos? Bueno, está pasando. Ahora bromeamos con que no pensamos que fuera tan pronto, pero sí, así es y nuestro amor hoy cumple la mayoría de edad. Somos otros, somos todos los que pudimos ser con las cosas que nos pasaron. Emprendimos viajes de los de verdad, de esos que te sacan el piso de abajo de los pies, no los de avión, aunque después también hubo, sino de los otros, los que te dejan agarrados el uno al otro colgando sobre el abismo. Y acá estamos, estirando la felicidad como un chicle porque confiamos en que banca. Nos ponemos la capa y saltamos, porque sabemos que el otro es la red. No hay fórmulas mágicas, gozamos del raro privilegio de haber vivido ya la mitad de nuestra vida juntos, ser testigos de las primeras canas, pelearnos y amigarnos con nuestros sueños, pero rara vez entre nosotros. ¿Cuántas veces nos habremos vuelto a enamorar? ¿Cuántos seis de noviembre inventamos para llegar hasta acá? Porque es mentira eso del amor eterno, esto es un trabajo, una artesanía, no es una máquina que se pone a funcionar de una vez y no requiere mantenimiento. Hay que ir ajustando y aflojando, editando la película mientras se está proyectando. Es arduo, pero al final del día vale la pena. Abrazarte de noche sigue siendo mi hora favorita del día. Sí, abrazarte, eso es la eternidad misma. La pasión, claro que es importante, pero acurrucarse para dormir como hacen los perros callejeros es supervivencia pura. Quizás sea la clave, el conjuro para nuestra pareja, enfocarse en lo importante, que el romance sea más un refugio y menos un parque de atracciones. ¿Aburrido? Ni un poco. Si se nos fueron como agua todos estos años. Hemos hecho de todo, menos aburrirnos. Y todavía pasa, que te miro así de repente y pienso “qué lindo pibe”. Te lo digo, y te la crees un poco. Está bien. Creetela más. Porque lo que nosotros tenemos, nuestra vida, nuestra historia juntos, nuestras tres hijas, nuestra perra peluda que también llegó hasta acá y no es poca cosa, es un orgullo enorme. No se ve lo que costó y lo que cuesta, no hay red social que le haga justicia a los matices de este amor, a tanta felicidad junta. Si será viejo este amor que nació antes que las cámaras digitales, somos analógicos, llevamos fotos a revelar y nos mandamos invitaciones para usar Gmail. Un amor así, hay que cuidarlo y celebrarlo. Sólo le pido a la vida que me deje seguir buscando tu calor por la noche, porque cuando nuestras cachorras tengan su casa, vos vas a ser mi único techo, y vamos a dormir acurrucados como dos perros que se encontraron en la calle.